Taller de Escritura Creativa

Bienvenida

En este blog publicamos textos escritos por alumnos de 3º C, del IES Cerro del Viento. La profesora: Elena González.

Componer un romance.


Tarea: componer un romance. Se han admitido estructuras cercanas al romance siempre que los versos sean octosílabos y rimen sólo los pares.

Autora: Nuria Cambrón Muñiz

Título: Córdoba

Cuando estoy lejos de Córdoba
tengo un nudo en mi garganta
y a veces me siento sola,
no tengo ganas de nada.
Es como si no tuviera
un trozo de corazón,
un trozo que se llevaron,
me quitaron sin razón.
Pero, aunque están tan lejos,
yo los siento aquí a mi lado:
nunca me dejarán sola,
siempre estarán esperando.
Lo feliz que soy a su lado
No tiene ni tendrá precio;
Por ellos la vida daba,
Ellos son lo que más quiero.

Autor: Steven Sánchez Cajidos

Título: Tú

Cuando llueve, en un sueño,
aquí en mi cuarto he pensado
que nada sientes por mí
y en mi cuarto estoy llorando.
Cuando te veo por la calle,
yo siento que tú me ignoras:
sigo andando, sigo viéndote
y no me dices ni hola.
Creo que siento algo por ti,
y tu nombre acaba en “ola”.
Quiero que vengas conmigo.
Por favor, dame tu boca.
Sigo en mi cuarto esperando:
tu mirada me hace gestos.
Sé que en mí hay algo dulce.
Ay, por favor, dame un beso.

Autor: Ginés Espinosa González

Título: Necesidad

Aún espero impaciente
sus locos besos lascivos,
lascivos abrazos locos,
y no llegan sin motivo.
Sin embargo, los provoco,
mas me falta ese te quiero:
me encierra triste el amor
el corazón prisionero.
Te desvelo mi secreto:
yo tengo miedo a perderte
y no es capricho inmaduro
entre mis sábanas verte.
Es necesidad vital
o, si no, yo estoy perdido.
Quiéreme porque me quieras:
no me quieras sin motivo.

"Algunos lloran" y "Rutinariamente intercambio sus pulseras identificativas"


TAREA: Escribir un microrrelato que comience con la frase Algunos lloran

Autor: Víctor Velasco López

Algunos lloran porque piensan que Dios les ha dado la espalda, porque están en una dura etapa. Cuando alguien está mal, siempre se tiene que pensar que hay alguien peor… En cambio, yo no podría estar peor: a mí ha sido verdaderamente a quien Dios le ha dado la espalda y me ha dado una forma distinta de ver la vida. Tengo un vacío en mí.

Autora: Nadezca Abakumova

Algunos lloran por lo que perdieron…
Algunos lloran y empieza a llover…
Algunos lloran cuando llueve.
Algunos ríen cuando ven el sol.
Algunos están felices cuando cae la nieve.
Algunos están tristes cuando hay tormenta.
Y algunos no saben qué hacer.

Autora: Yevhenia Kosteniuk

Algunos lloran y gritan del dolor, pero sus lágrimas y gritos eran diferentes. Su madre salió de la habitación porque no podía oír a su hija llorar. Las lágrimas caían de sus ojos como los pétalos de una flor y sus gritos paseaban por la habitación enorme. Le costaba respirar, el dolor poseyó su cuerpo. Sus ojos se pusieron rojos: parecía como si estuvieran llenos de sangre. La pobre no podía sostenerse de pie, la fuerza se había salido de su cuerpo por completo.
-¡No puedo más!-gritó.
-Venga ya. Tu madre nunca se quejaba cuando le ponía un corsé-dijo la sirvienta con una sonrisa en la cara.

Autor: Ginés Espinosa González

TAREA: Escribir un microrrelato que comience con la frase: Rutinariamente intercambio sus pulseras identificativas

Autora: Yevhenia Kosteniuk

Rutinariamente, intercambio sus pulseras identificativas: así se titulaba el libro que leía Javi. El libro trataba de un hombre loco que intercambiaba las pulseras identificativas a los bebés recién nacidos. Javi leía silenciosamente en su cuarto sin molestar a nadie, pero, por el contrario, todos lo molestaban a él. Primero, su madre, siempre preguntando si había hecho los deberes. Después, su hermano José pidiendo que le ayudara con los deberes. Su hermano Juan diciendo que jugara con él. El hermano menor de todos pidiendo que le leyera un cuento. Y, al final, su padre diciendo que le fuera a comprar un periódico.
-¿Por qué no me ha pasado lo mismo que a los bebés del libro?-pensó Javi suspirando.

Autor: Ginés Espinosa González

Rutinariamente, intercambio sus pulseras identificativas. Me gruñen sus padres, pero yo, impasible, los desafío con la mirada puesto que tengo la confianza de que la valla de protección nos separa. Me divierte la situación. Si un día mi jefe descubre mi fechoría, creo que ya no volveré a trabajar en el zoo.